
mientras tanto, un cigarro, confundido entre suave y cancerígeno y ardiendo, quemándose a una velocidad que rechina y escupe una burusca atómica rojiza que se mueve tan rápido como se le venga en gana a cualquier corriente de aire, desde cualquier parte, hacía cualquier parte... se inhala, el viento se arremolina en la punta ardiente e ingresa carbonizando y lanzando ceniza, más minúscula que la burusca rojiza y la ceniza se lanza a cualquier parte mientras otra queda en la punta del cigarro como un recuerdo fácil de despreciar, acumulada... nadie presume de mejor manera que yo al agitar un cigarro, la ceniza acumulada se cae con tan poca importancia...
tengo 238 psicólogos atrapados en una botella de alcohol barato, otros tantos quedan en una poca cantidad de música para quienes viajamos en el tiempo con la esperanza de lograr intercambiarnos con una versión más acertada de nosotros mismos...