lunes, 26 de mayo de 2008

comisuras

desperté pensando en calzones y vino... el vino que es la bebida para todas esas comisuras femeninas... tan delicioso que es besar una boca con vino como aperitivo al tema ese de las comisuras...

vivo en una ciudad que tiene agua con sabor, lo que es muy malo... por la noche me decidí por la soda más económica que conozco... pedí doble de todo...

mientras comía, sentí que algo entraba por la puerta... sin equivocarme, era un duendecillo...

un duendecillo verde de 30 centímetros que decidí ignorar sin quitarle de encima mi rabillo del ojo...

el duendecillo corría sin dirección por debajo de las demás mesas de la soda, deteniéndose cada tanto unos pocos segundos...

típico~ a pesar de las quizá más de veintitantas personas que habían, nadie notaba al puto duende, el único perturbado por su presencia era yo... ni sentían cuando les pisoteaba o les manoseaba los zapatos... nada...

a mi me ardía la mano, me ardían los cigarros y el encendedor...

yo comía mientras lo ignoraba, no quería que notara que yo lo notaba, más que todo porque resulta tedioso poner atención a las partes frías de la realidad, a los ojos de los espejos, a la rutina estúpida para músculos firmes y el interés perturbador por anatomías simétricas... puras tibiedades y ternuras para engañar a la verdad que si existe fuera del espejo... la atención al duende me llevaría a ese lugar que es un balcón, donde se nota que cuando no hay duendes, la mente está frente a un espejo mirando con ojos que no son propios...

a lo lejos una nena pecosa de cabello rojo toma un brócoli de su plato y lo deja caer al suelo... el duendecillo con un tenedor rojoamarillo toma el brócoli para luego salir corriendo por la misma puerta que ingreso... la nena lo persigue con la mirada hasta que el duende ya no puede notarse entre la lluvia...

ella me mira porque fui descuidado y nos intersecamos en lo que el duende corría... se sorprende tanto como yo...

no sé que habrá pensado, pero yo pensé en dos formas: una~ que alerta mi excitación sobre sus comisuras y el vino, dos~ que es la nena desconocida que miró al duende y le dio de comer un brócoli en un planeta donde nacemos ciegos...

se levanta de su mesa, se disculpa con quienes la acompañan y se dirige a mi... trae una sonrisa preciosa... me inhibe directamente, verla luego de lo anterior me provoca pensar en un mundo mejor...

si... recordé a cierta nena que cuando tomaba té, intentaba enfriarlo con silbidos que le enseñaban los duendes...

"¿a ver tu sonrisa?" me decía...